La segunda empresa importante que se estableció en la zona fue la Sociedad Carbonifera de Matallana, que lo hizo en 1892, aunque se constituyó en Bilbao en 1889 con un capital nominal de 2.000.000 de pesetas.
Desde 1884 la explotación minera en la zona de Matallana y La Valcueva se desarrolla en varias concesiones, algunas de estas eran: "Casualidad", "Pepita", "Tomasito", "Presentación", "Chomin", "La Bilbaína" y "Capriles". En 1890 la Sociedad Carbonífera de Matallana adquiere estas minas a Manuel García Viñuela y José María Gurtubay.
Minero de principios del siglo XX.
La compañía emprendió grandes obras de reconocimiento en la zona, con vistas a desarrollar una explotación a gran escala, y registró extensas superficies en los términos de La Valcueva, Vegacervera, Aviados, Orzonaga y Matallana. Ya en ese momento la empresa instaló un lavadero sistema Evrard y un clasificador mecánico, dos baterías de hornos de cok sistema Bernand y un lavadero de menudos del sistema Humboldt.
La compañía abordó erróneamente el laboreo de sus yacimientos al abrir un excesivo número de labores obteniendo una pequeña producción, que en 1894 sólo era de 70 u 80 toneladas diarias.
El tren inaugural del Ferrocarril de La Robla transportó el 11 de agosto de 1894, con la locomotora "El Engaña", 35 toneladas de carbón de Matallana. Una tolva B-1 con 9 toneladas de hulla gruesa, la tolva H-14 con 9 toneladas de galleta, la tolva H-15 con 8 toneladas de buen cok y la tolva H-17 con 9 toneladas de hulla granada de esta empresa, que era la mejor establecida en aquel momento en toda la linea.
Picando carbón.
En 1895 la sociedad produjo 17.525 toneladas, el 30% del total provincial, pero sin embargo al año siguiente limitó sus trabajos a la mera conservación de las labores y en 1898 tan solo extrajo 4.747 toneladas, el 2,5% del total provincial. En 1898 la sociedad empleaba a 97 obreros, el 10,2% del total provincial. El rendimiento del trabajo en este año fue para la compañía de 49 toneladas/hombre/año, el más bajo entre las grandes empresas de la provincia.
Desde el cambio de siglo disminuye mucho más su actividad, arrendando sus concesiones en 1900 a la Vasco-Burgalesa, traspasándolas después a Hulleras del Torío y disolviendo la empresa finalmente en 1903. Sus propiedades pasaron a manos de una compañía francesa que apenas nada hizo.
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