domingo, 26 de enero de 2025

Legión Condor

Durante la guerra civil numerosas familias leonesas alojaron en sus casas a miembros de la Legión Cóndor pues la Base Aérea de La Virgen del Camino no disponía de capacidad para albergar a pilotos, mecánicos y personal de abastecimiento que pasaron por la Maestranza leonesa entre 1936 y 1939 (más de 4.000). Muchas familias lo hicieron por dinero —a los legionarios alemanes les pagaban en Reichmark— y eran una fuente de abastecimiento de raciones de carne, chocolate y cigarrillos.

La presencia alemana en León estaba tan normalizada que se hicieron coplas: «Hoy te he visto mocita leonesa pasear con un nazi por La Condesa», dice la más popular. Entre las familias pudientes que acogieron alemanes, como Pallarés, se piensa en razones «patrióticas» o por «quedar bien» ante el régimen.

Un hermano de Ramón, Eduardo Pallarés Berjón, estuvo preso en San Marcos. Fue condenado a seis años de prisión en un consejo de guerra por «provocación a la rebelión». Cumplió condena hasta el 8 de septiembre de 1940, cuando fue puesto en libertad en la prisión provincial de León tras acreditar el director «su comportamiento inmejorable en este establecimiento» en el que trabajó de practicante. Eduardo Pallarés era farmacéutico, trabajaba en el Laboratorio Municipal y había militado en el Partido Radical Socialista y en Republicano. Sustituyó a Miguel Castaño como alcalde de León al ser éste elegido diputado.

Otro hermano, Santiago Pallarés, figura en la lista de represaliados de la capilla laica del cementerio de León, pero la familia niega que muriera fusilado. «Murió por un síndrome de Hodking», asegura Javier González Fernández-Llamazares en nombre de familiares.

Otro Pallarés Berjón, José, también fundador de los almacenes es otro de los que acogieron alemanes en su casa. En el Archivo de Carlos Pinilla existe una postal de Wolfang Schug en la que habla al gobernador civil de su estancia en León en la casa Pallarés. En las suscripciones patrióticas figuran dos días de haberes de los empleados y obreros de Comercial Industrial Pallarés.

Agentes alemanes

En junio de 1939 zarparon oficialmente del puerto de Vigo los efectivos de la Legión Cóndor, que tuvo en León una de sus sedes principales y colaboró con Franco en la Guerra Civil en episodios tan devastadores y dramáticos como el bombardeo de Guernica (la primera población atacada por la aviación en la historia).

Pero «los agentes alemanes de la Gestapo, la Abwehr y del Partido Nazi siguieron actuando en España», afirma Javier Rodríguez, quien tras bucear en el Archivo Nacional de Londres (Kew Gardens) ha obtenido documentos que prueban que el entramado de espionaje alemán en España fue «la más amplia de las redes de espionaje nazi en el extranjero».

La relación del espía nazi Franz Lubs con los Pallarés se inició durante su estancia en León como especialista de la Legión Cóndor. Pero su residencia durante la II Guerra Mundial la tenía en el hotel Comercio de Logroño, donde tenía un equipo de transmisiones. Hay que decir que algún miembro de esta familia perteneció el Partido Republicano (Ricardo Pallarés Berjón- 1847/1945).

El primo Moliner también era republicano y fue concejal entre 1924 y 1924 y alcalde entre 1931 y 1932, al cesar Miguel Castaño por incompatibilidad al ser elegido diputado, según recoge Alejandro Valderas en el libro sobre la Asociación Leonesa de Caridad.

Por otro lado, la relación de una rama de la familia Pallarés con alemanes de la Legión Cóndor también queda patente en el archivo de Carlos Pinilla. Wolfang Schug envió en las Navidades de 1940 una postal al gobernador civil franquista en la que le recuerda que en 1939 fue acogido por la familia Pallarés en León, desveló el reportaje El archivo más despiadado publicado en Diario de León por el periodista Marco Romero en 2009.

En el norte de España la red de espionaje nazi tenía su sede central en Bilbao y eran puntos principales San Sebastián, Gijón, La Coruña y Vigo. En el libro se transcriben informes que el servicio secreto británico sobre agentes y colaboradores. También se extendió a ciudades como Logroño, Zaragoza, León y Burgos.

Estos espías trabajaron codo con codo con las fuerzas de seguridad franquistas y fueron organizados por Canaris, jefe de los servicios de inteligencia alemanes, con el aval, a partir de octubre de 1940, del jefe de la Gestapo, Himmler, y el ministro franquista Serrano Súñer.

Guerrilleros antifranquistas, espías alemanes e ingleses, colaboracionistas de uno y otro bando y minas de wolframio fueron los tres ‘frentes’ de la «guerra silenciosa» que se libró en el noroeste de la Península Ibérica durante la II Guerra Mundial. «La zona se convirtió en una pieza fundamental de la estrategia del conflicto mundial. El régimen lo sabía: por eso la consideraba zona de guerra».

El libro War Zone, que publicó la editorial Eneida de los historiadores y profesores de las universidades de León y Santiago de Compostela, Javier Rodríguez González y Emilio Grandío Seoane, hace luz sobre «los orígenes del franquismo y las circunstancias que motivaron su consolidación en los años 40», sin que llegaran a prosperar los intentos de algunos militares por propiciar el retorno de la monarquía, en la persona de Juan de Borbón y, finalmente, la guerrilla fuera aniquilada a principios de los años 50.





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