La periodista y escritora leonesa Noemí Sabugal ha publicado 'Los hijos del carbón', una crónica literaria sobre un mundo que se apaga sin alternativas.
El carbón habita en la memoria de la escritora y periodista Noemí Sabugal (Santa Lucía de Gordón, León, 1979) desde que tiene recuerdos. Nació en una comarca marcada por la mina. Su bisabuelo, sus abuelos y su padre se ganaron la vida en el subsuelo. Sabe bien de las huelgas, las manifestaciones, los encierros en los pozos. De las muertes. De los fraudes. Y también de cómo todo ese mundo se fue apagando sin que se hubieran pensado demasiado bien las alternativas. De todo este universo surge ‘Hijos del carbón’ (Alfaguara), la crónica literaria —y con apuntes personales— sobre todos los tiznados por el mineral, sobre un oficio que desaparece en España y sobre lo que se pudo haber hecho con algo más de empeño (y, quizá, menos codicia).
Tres años le ha costado escribir este libro, cuenta Sabugal a El Confidencial. Tres años en los que esta escritora, que ya ha publicado otros libros como la novela ‘Al acecho’ y ‘Una chica sin suerte’, la biografía de la cantante de blues Mama Big Thornton, ha recorrido la cuencas mineras del país hablando con trabajadores y extrabajadores de minas de León, Asturias, pero también Cataluña, Aragón, Ciudad Real, Córdoba y Sevilla. Pozos cerrados y minas a cielo abierto. Y las notas tomadas en su cuaderno han sido casi el epílogo, tanto de las minas —casi todas cerraron en 2018— como de las centrales térmicas.
“Ahora hay una crisis de identidad en las cuencas mineras, porque no se sabe en qué se van a convertir. Las minas crean un campo gravitacional que arrastra lo demás, y si cierra una gran empresa minera parece que es la muerte de ese territorio porque no hay una alternativa. La gente se queda ante un futuro borroso”, comenta Sabugal, que ha vivido de cerca cómo muchas familias se han quedado en estos años sin trabajo. “Y se sabía, pero lo que ocurría es que no había otra salida pensada”, añade.
La crónica, no obstante, no está escrita desde la nostalgia. Es descendiente de un estilo que hizo fortuna en el periodismo español hace casi un siglo con periodistas como Julio Camba, Josep Pla o Manuel Chaves Nogales, aunque a Sabugal le gusta referirse a Leila Guerriero y Martín Caparrós como referentes de este periodismo narrativo. “He intentado contar el acabamiento de una forma de vida que fue buena y mala. Dio mucho trabajo, pero supuso la muerte de muchas personas. Queda el pozo Nicolasa en Asturias, y sigue habiendo mineros, pero son una especie en extinción. Y además, sería muy raro que yo contara el libro como si hablara desde la Amazonía. Sabía que la parte personal era importante en la medida en que esa parte es compartida con mucha gente. Si cuento lo personal, como que mi abuelo tuvo silicosis, cuántos abuelos de mineros tuvieron silicosis. Y también quería aportar la visión de que todavía algo se puede hacer, aunque haya muchos ejemplos negativos”, dice la periodista con cierto optimismo.
"Ahora hay una crisis de identidad en las cuencas mineras, porque no se sabe en qué se van a convertir. La gente se queda ante un futuro borroso"
Pero la sensación no es tan buena. Como alguien dice en un momento dado: “El problema no es que no haya carbón. El problema es que no haya otra cosa”. De hecho, en uno de los pasajes del libro ella misma escribe: “cuando cerraron las minas comenzaron a abrir los museos”. Para numerosos casos se plantearon proyectos educativos que explicaran qué había sucedido en tal o cual pozo. En otros se planearon polígonos industriales —los famosos planes de reconversión—, se proyectaron parques tecnológicos… Algunos de estos proyectos han funcionado. Otros no. Y con un museo tampoco levantas una zona como la levantaba una mina. “Ha habido muy poca previsión, aunque desde hace años sabíamos que esto iba a ocurrir”, se lamenta Sabugal, “el fin de las ayudas a la producción del carbón era en diciembre de 2018. La sensación en las cuencas mineras es de dejación y abandono”.
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