La escarabilla era el nombre que se le daba, en algunas poblaciones del norte de España, a los restos del carbón que no se habían quemado en su totalidad y que desechaban los fogoneros de las locomotoras de vapor al picar el fuego, y las empresas metalúrgicas, que depositaban en las escombreras los restos de las labores de fundición.
Este carbón era recogido por mujeres, conocidas como escarabilleras, y también por niños, para ser utilizado en los hogares como combustible para cocinas y estufas, para uso propio o vendido a bajo precio.
En la estación de Matallana de Torío, en la línea de La Robla a Bilbao eran varias mujeres las que se dedicaban a esta actividad. Al estar por las vías entre los trenes en movimiento, algunas eran alcanzadas por ellos, provocando serias heridas y alguna muerte.
Dada la abundancia en algunos lugares también se utilizó para asfaltar calles y sendas de muchos municipios vascos de principios del siglo XX. En el municipio de Basauri la Escarabillera es un personaje al que se le ha dado relevancia festiva, siendo el símbolo de sus fiestas patronales.
En el diccionario de la RAE los escarbillos son trozos pequeños de carbón que salen de un hogar mezclados con la ceniza por combustión incompleta. La palabra procede del verbo escarbar.
En asturiano escarabayar es arañar, escarbar superficialmente la tierra, arañarla como suelen hacerlo las gallinas. Por esto la expresión Fai un cutu que escarabaya'l pelleyu viene a significar hace un frío que pela.
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