jueves, 2 de agosto de 2018

El descarrilo del 20 de noviembre de 1936


En el libro de Juan Pedro Aparicio "El Transcantábrico", que tuve el placer de leer en los años 80, se describe el descarrilamiento de un tren entre La Valcueva y Matallana durante la guerra civil. En el Museo del Ferroviario de Cistierna conservan el atestado de los hechos de la Guardia civil.


Estos eran los guardafrenos Teodoro Álvarez, de Cistierna y Amable García de Sorriba, que sobrevivieron al accidente y fueron apresados por miembros del ejército republicano, que estuvieron a punto de fusilarlos hasta en dos ocasiones, según la versión de Maxi, el sobrestante que acumuló una interesante colección de fotografías.

En otra versión ofrecida a la guía del museo de Cistierna por alguien que se presentó como un nieto de uno de los maquinistas, su abuelo después del accidente se fue tranquilamente a su pueblo sin que nadie lo retuviera.


El 20 de noviembre de 1936 el primer tren especial de Cistierna a La Robla con una doble tracción de las locomotoras americanas números 41 y 45 descarriló en el kilómetro 15,980 como consecuencia de la retirada del raíl exterior de la curva por miembros del ejército republicano.


Locomotora Nº45 en los años 60.

La máquina 41 que iba delante, cayó al talud y su tender atravesado en la vía. Murieron el maquinista y fogonero de esta máquina. La máquina 45 quedó atravesada en la vía y ocho vagones amontonados tras de ella, entre los que apareció un guardafrenos muerto. El resto de 12 vagones quedó en la vía sin descarrilar.

En Twitter se puede encontrar esta fotografía del descarrilo. Un auténtico documento gráfico.



En el libro de Juan Pedro Aparicio "El Transcantábrico", se relata:

"Ya es cuesta abajo hasta Matallana, dice Chuchi. Chuchi frena al hullero. Una y otra vez, con cuidado. El hullero resopla. 

Aquí cuando la Guerra, dice, chocaron dos máquinas americanas. Las quitaron los raíles y descarrilaron. Es casi imposible entenderle. Al normal estruendo de los hierros, al monocorde rugido del motor, hay que sumar ahora los bufidos del hullero en el descenso. 

Quitaron el carril. Venían dos máquinas a La Robla. Y no les mataron; al único que mataron fue al fogonero. 

.- Pero. ¿Quien quitó el carril?

.- ¡Los milicianos! Venían dos locomotoras americanas con mercancías. ¡Por aquí fue!

El hullero se contonea siguiendo la curva de nivel de una colina. Tenemos tantas dificultades para oír a Chuchi, que tal parece que tratamos de descifrar la voz dura, entre ululante y metálica, la voz inmodulada, entre rugiente y sorda, del mismo hullero.

.- Iban a La Robla. Venían de Cistierna y cayeron patas arriba. El fogonero cayó debajo del tender. Quedó roto por aquí -se cruza su enorme brazo sobre el estómago-. Le mataron porque no tenía cura. A los otros no les hicieron nada. Venían dos fogoneros, dos conductores, dos maquinistas y dos guardias. No les hicieron nada.

.- ¡No me diga!

.- Los soltaron enseguida. Les llevaron a Asturias y a los cuatro días estaban allá por Vizcaya paseando. Al único que mataron fue al fogonero. Daba unos gritos de miedo. ¡Ay, ay, ay! Antes de hacerlo sufrir lo mataron.

El hullero silba.

.- Este es el apeadero de La Valcueva -dice Chuchi-. La próxima es Matallana ya. 
.- En Matallana estuvo Durruti -le digo-. ¿Sabía que Durruti era leonés?
.- Igual! -exclama-. ¡Y le daba así! ¡Plaf! ¡Plaf! -mete el índice de la mano izquierda entre el meñique y el anular de la derecha y hace chocar el corazón contra la base del pulgar como si disparara, y canta- : Cómo corrían pon que te mon, cómo corrían pon que te dan -luego, una vez más, dice- : Eran carlistas y liberales.

En La Valcueva confluyen dos viejos ferrocarriles mineros, so pequeños ramales ahora en desuso: el de la mina La Carmonda y el de La Valenciana. Eso excita a Chuchi:

.- No hay derecho, la verdad. Explotan las minas y había trabajo para todos. Y hay millón y pico de parados. No lo entiendo. Felipe González quiere jubilar a los sesenta años y Suarez que no quiere. Que den paso a la juventud de una vez. A mi me están pagando dos sueldos y se puede meter con uno de esos a tres. Pascual lo dice. Se lo dijo muy claro al alcalde de Espinosa: Con uno de esos pagamos a tres jóvenes.

Nos acercamos a Matallana, el hullero bufa, resopla. Chuchi lo frena, lo sosiega, lo amansa. La estación parece importante. Tiene dos andenes y tres vías de paso. El edificio de viajeros, separado del de mercancía, es muy..."









1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy una nieta de Amable García García. La versión de Maxi es la correcta. Mi abuelo y su compañero no volvieron a casa hasta julio/agosto del 37. Estaban en el penal del Dueso,en Santoña,donde no les trataron demasiado bien. Regresaron acompañados por una enfermera porque estaban tan débiles y desnutridos que no se valían por si mismos.