lunes, 28 de septiembre de 2015

Nieves González Barrio


En el número de la revista "Blanco y Negro" del 15 de diciembre de 1935 se da cuenta de los afanes de la doctora Nieves González Barrio.


LA DOCTORA GONZÁLEZ BARRIO CON SUS ALUMNAS. (FOTO V. MURO)

UNA SINCERA CONFESIÓN DE LA DOCTORA NIEVES GONZÁLEZ BARRIO

No hemos querido que en este número de BLANCO Y NEGRO faltase la firma de una doctora, y a nuestras preguntas, algunas indiscretas, ha contestado amablemente la doctora Nieves González Barrio:

-He tenido la gran fortuna de nacer pobre. Mi infancia y primera juventud trascurrieron en un pueblo pequeño (Vegacervera) de la provincia de León. Mi madre, maestra, ganaba 500 pesetas al año; mi padre, de un talento nada común, una laboriosidad infatigable y una honradez a toda prueba, trabajaba sin descanso para sacar adelante a sus nueve hijos. en escala de doce a catorce meses. Yo, que era la mayor, tenia que ayudar desde muy pequeña. a mi madre en las faenas escolares y domésticas y a mi padre en el modesto comercio que tenia establecido.

Mi afición a los libros iba en aumento y mis padres estaban decididos a toda clase de sacrificios. Renuncié a la escuela para ir a la Universidad. Vi anunciadas oposiciones a becas para estudiar Medicina en Salamanca; me presenté con una docena de muchachos y obtuve el número 1.

Fui alumna interna por oposición, trabajé gratuitamente en la Gota de Leche varios años, y en 1914, con mi carrera brillantemente terminada, vine a Madrid, para hacer el doctorado y empezar el ejercicio profesional.

Para ganarme el pan enseñaba en un colegio de señoritas Física, Química, Matemáticas, ¡hasta Agricultura! El tiempo que me quedaba libre lo dedicaba a trabajos de laboratorio, por los que, desde luego, sentí gran inclinación; trabajaba bajo la dirección del profesor Pittaluga en San Carlos y en el Instituto Nacional de Higiene.

En junio de 1915 aprobé con sobresalientes y matrículas de honor las asignaturas del doctorado y en septiembre aprobé la tesis doctoral, también con nota de sobresaliente.

En 1917 obtuve por concurso una plaza de médico municipal en Tetuán (Marruecos). A los dos meses me nombraban, sin yo solicitarlo, médico del harén de Su Alteza Imperial el Jalifa.

En 1918 fui médico rural dos meses. En este año, y a propuesta del Dr. Píttaluga, con quien seguía trabajando en sus laboratorios oficiales y privado, entré a formar parte del personal técnico del Instituto Ibys.

En 1921 salí pensionada para el extranjero. Durante varios meses visité, en París, el Instituto Pasteur, los hospitales y asilos de niños y otras obras de protección a la infancia; después fui a Norteamérica, donde estuve algo más de un año. Trabajé seis meses en la clínica, famosa en el mundo, de los hermanos Mayo, en Róchester; después visité los hospitales de Chicago y Nueva York. En esta época recibí por intermedio de la Junta para ampliación de estudios, una proposición de la Dirección general de Sanidad, para estudiar en Norteamérica, bajo los auspicios de la Fundación Rockefeller, la organización de las enfermeras visitadoras.

Estuve con este fin en Boston, Baltimore, Newbedford, Washington, Philadelfia y otras poblaciones. A mi regreso, en 1922 fui nombrada auxiliar honorario y gratuito, encargada del laboratorio de Enfermedades de Infancia, de San Carlos, por el profesor Suñer: desempeñé el cargo sin retribución alguna durante nueve años.

En 1923, se me nombró profesora encargada del Laboratorio del Instituto Rubio. En 1925, se crea en Madrid la Escuela Nacional de Puericultura y, como consecuencia de mi preparación en los Estados Unidos, se me nombró profesora de este centro, encargada del laboratorio y de organizar el servicio de enfermeras visitadoras y niñeras. Este cargo fue ya decorosamente retribuido, pero el primer Gobierno de la República de trabajadores me dejó cesante sin formación de expediente, porque no lo había obtenido por oposición. Pocos meses después, la plaza de auxiliar, que yo desempeñé satisfactoriamente, según certificado del profesor Suñer, gratuitamente durante nueve años, se daba con sueldo a otro señor sin concurso, sin oposición ni prueba de suficiencia alguna.

En 1929, obtengo el premio Roel de la Sociedad Española de Higiene. por mi trabajo sobre “Organización del Cuerpo de Visitadoras”.

En 1930 visité, en Londres y, nuevamente, en París, las instituciones de protección a la infancia. Soy una mujer del siglo pasado; no uso afeites ni maquillajes: no me tiño las canas. no fumo ni frecuento los clubs, no entiendo de política. Amo la soledad y el silencio de mi hogar tibio y confortable. Mi laboratorio, mis libros y hasta mis labores de aguja llenan mi tiempo de tal modo que no estoy nunca aburrida; disfruto buena salud, gano para vivir casi con lujo. ¿Puede pedirse más a la vida?

Estoy soltera. La Providencia no puso en mi camino un hombre que hubiera sabido hacerme creer que estaba muerto por mis pedazos. ¿ Falta de sex apeal? ¿Influencia del medio hostil en que pasé mi juventud? Quizá si alguno hubiera llamado seriamente a mi corazón habría sabido corresponder. Creo
que hubiera sido buena ama de casa y excelente madre.

¿Mi opinión sobre el feminismo? Creo que la mujer tiene tanto derecho como el hombre a ser feliz y la felicidad puede encontrarse en el trabajo y la salud, que viene a ser su consecuencia.

Nieves González Barrio

La Residencia de Señoritas

Entre 1909 y 1936 un total de 460 mujeres se beneficiaron de las 3.150 ayudas de estudios que concedió la Junta para la Ampliación de Estudios. La leonesa Nieves González Barrio (1884-1965) es una de las más prominentes. No sólo fue una de las primeras doctoras en Medicina de España, sino que tras ejercer la profesión en Marruecos, como médica municipal dedicada a mujeres y como responsable sanitaria del harén de El Jalifa de Tetuán, fue becada por la Junta para Ampliación de Estudios para estudiar en Estados Unidos tras prestar sus servicios en el harén de El Jalifa. Esta montañesa nacida en Riotinto, Huelva, por casualidad fue la mayor de diez hermanos. Su madre, maestra en Vegacervera y su padre comerciante. Fue una joven adelantada a su tiempo y a las leyes que abrieron el camino de la igualdad educativa en España. Tras estudiar en el instituto Padre Isla, de León, en el Jorge Manrique de Palencia, y el de Oviedo, obteniendo el Premio Extraordinario de Bachillerato, recaló en Salamanca en 1908. «Vi anunciadas oposiciones para estudiar Medicina en Salamanca. Me presenté con una docena de muchachos y obtuve el número 1». En 1914 se traslada a Madrid a cursar estudios de Ciencias.

Nieves González Barrio forma parte de la primera promoción de mujeres que, en 1921-22, fueron becadas para salir al extranjero por la Junta de Ampliación de Estudios en otra de las iniciativas realizadas en colaboración con el Instituto Internacional, que abrió las puertas a las españolas en varios colleges estadounidenses. La maestra y periodista Carmen de Burgos, la pedagoga Rosa Sensat, la pintora Maruja Mallo, Carmen Conde... muchas son las mujeres que vivieron aquellos tiempos de progreso para la mujer en España. De algunas queda la obra, pues la cultura  artística (plástica, música, escritura...) formaba parte del concepto de enseñanza integral que contenía el  ideario krausista e institucionista que inspira la creación de la Residencia de Señoritas.


El proyecto de creación de una Escuela de Enfermeras Visitadoras Sanitarias

El primer obstáculo que dificultaba la creación de una escuela de enfermeras visitadoras era la ausencia de profesionales de la enfermería que pudieran asumir la parte más troncal de la docencia. Por este motivo, en 1931 el gobierno español firmaba un convenio de colaboración con la Fundación Rockefeller para desarrollar un programa de formación de postgrado en enfermería de salud pública.

«Muchas de las enfermeras exiliadas colaboraron con las actividades de enfermería y de enfermería de salud pública que estaba desarrollando la Fundación Rockefeller en América del Sur»
Fueron becadas un total de catorce enfermeras, que se desplazaron a los Estados Unidos. Se trataba de un colectivo en el que predominaban las enfermeras con experiencia. La media de edad era de 29 años. La duración media de las estancias fue de dos años, aunque la concesión inicial de las becas tan sólo preveía un período de un año. A las dificultades con el inglés se sumaba la insuficiencia que mostraban en conocimientos básicos de enfermería. El programa de estudios que siguieron incluía la asistencia como estudiantes especiales en la Escuela de Enfermería de la Western University of Cleveland. Además de algunos cursos básicos y disciplinas clínicas y de especialidad, recibían enseñanzas relacionadas con la enfermería fundamental, avances en enfermería, metodología docente aplicada en la enfermería y, evidentemente, enfermería de salud pública. Todas estas actividades de carácter teórico y práctico se completaban con una estancia en el East Harlem Nursing and Health Service de Nueva York. Así mismo, seis de las enfermeras participaron en un curso para profesoras y supervisoras de enfermería impartido en el Teachers College de la Columbia University.

La mujer en la pediatría española

La enseñanza oficial universitaria a la mujer fue aceptada en España por Ley en 1910. Una de las primeras pediatras, muy reconocida en su época fue Nieves González Barrio (nacida 1894, doctorada en 1915). Trabajó gratuitamente en la Gota de Leche varios años y en el laboratorio de San Carlos. 
 
Estudió la organización de las enfermeras visitadoras becada por la Junta de ampliación de estudios (Boston, Washington, Baltimore). Fue profesora de la Escuela Nacional de Puericultura, encargada del laboratorio y de organizar el servicio de enfermeras visitadoras y niñeras.

Un salto hacia los sueños

En octubre de 1918 acudió a Vegacervera como médica ante la propagación de la gripe. «Volvió a la localidad a cuidar a sus vecinos», relata Beatriz, quien añade que «todas estas mujeres tienen en común ese instinto de solidaridad hacia sus vecinas y vecinos».

A pesar de disfrutar con el ejercicio de la medicina, Nieves González quería seguir ampliando su formación, por lo que en abril de 1921 solicitó una beca para investigar en el norteamericano Instituto Rokefeller durante un año. En la petición incluye sus títulos universitarios, sus certificados de idiomas, hablaba inglés, francés e italiano, información sobre los libros y artículos que había redactado.


Nieves González, con parte de su familia.

Mujeres leonesas referentes en la ciencia serán homenajeadas en La Fundación Merayo

A través de esta conferencia, Alfredo Negro pretende dar a conocer y rendir un merecido homenaje al trabajo de una selección de grandes mujeres, que «han dedicado su vida a la investigación científica y han sido referentes mundiales en diversas disciplinas, y que, a pesar de todo, han estado olvidadas durante siglos». Así hará un recorrido por científicas reconocidas a nivel mundial como Mileva Maric Eistein (Serbia, 1875), Rita Levi-Montalcini (Turín), Rosalind Fraklin (Londres, 1920), Marie Curie (Varsovia 1867), y por investigadoras españolas como Concepción Arenal (Ferrol, 1820), Mª Elena Maseras (Tarragona, 1853), María de Maeztu (Vitoria, 1881), Margarita Salas (Asturias, 1938) y María Blasco (Alicante, 1965). En su homenaje también hará referencia a la producción científica de las leonesas Nieves González Barrio (Vegacervera, 1884), Ángela Ruíz Robles (Villamanín, 1895), Delia Hidalgo (Riello, 1900), Justina González (Matanza de los Oteros, 1903) y Enma Estevez (León, 1977). Se trata de conocer a una selección de grandes mujeres, que han dedicado y dedican su vida a la investigación científica, y cómo gracias a sus investigaciones se ha conseguido mejorar de forma considerable la calidad y la esperanza de vida tanto de hombres como de mujeres.

Sierra Pambley y la Residencia de Señoritas. Un camino de ida y vuelta

La escuela Sierra Pambley de Villablino abrió su sección de niñas en 1913, con las profesoras Luisa de la Vega Wetter y su hija Genara González de Linares, ambas relacionadas familiarmente con la ILE. Sólo dos años después, cuando se iba a crear la Residencia de Señoritas, María de Maeztu pidió al arquitecto y diputado liberal Amós Salvador Carreras una lista de cuatro chicas (de provincias) que pudieran ingresar y «dar éxito» al nuevo centro. Él contestó que sólo «en la zona de León hay con quien se pueda contar y de quien se puede responder […] y un valle, el de Laciana, en esa provincia, quien puede dárnoslas». Años más tarde, en 1929, era María de Maeztu quien confirmaba esta realidad: «León es una de las ciudades más representadas, los pueblecitos ofrecen, en proporción, bastante contingente».

Durante su existencia, la Residencia de Señoritas acogió a casi noventa alumnas procedentes de esta provincia. Muchas de ellas estudiaron una carrera universitaria: Farmacia (7), Químicas (7), Ciencias Naturales (2) y Exactas (2) fueron, junto con Medicina (7) y Filosofía y Letras (11), las titulaciones más elegidas por las estudiantes; otras dieciséis ingresaron en la Escuela Superior de Magisterio y sólo dieciocho cursaron estudios no superiores (idiomas, música, cultura general). El resto se divide entre quienes estudiaban bachillerato o comenzaban en el Instituto-Escuela y las que preparaban allí sus oposiciones o seguían cursos para ingresar en la universidad.

Hubo familias que pusieron la educación de todas sus hijas bajo la dirección de María de Maeztu. Así, las cuatro hermanas Cuevas Canillas: Felisa (inspectora de primera enseñanza, represaliada en 1940) y Conchita (maestra) empezaron su carrera como profesoras del Instituto-Escuela; Esperanza (segunda esposa de Vela Zanetti, desde 1954) y Pilar fueron funcionarias, que prepararon sus oposiciones en la Residencia. De Laciana y Babia procedían las hermanas Ramona y Carmen Alvarado (estudiantes de Magisterio y Farmacia), hijas del profesor de Sierra Pambley Ventura Alvarado; también Josefa y Hermelinda Álvarez Arias, de Rioscuro. Las García Lorenzana (Babia) escogieron Farmacia, Filosofía y Derecho, mientras las Quiñones García (Amalia, María y Concha) optaron por Medicina, Derecho y Letras. De León ciudad llegaron a la Residencia tres Fernández-Llamazares, y dos Fanjul Álvarez-Santullano, estudiantes de Filosofía y Letras, así como Julia Morros Sardá y su hermana Juana, o la familia Sáenz de la Calzada, ligada tanto al grupo masculino como al femenino de la Residencia, y las tres hermanas Viñuela Tascón con alguna de sus primas.

Al menos siete alumnas leonesas estuvieron becadas en uno o dos cursos de su estancia en la Residencia. Otras disfrutaron de becas de estudios en el extranjero. Entre ellas destaca Nieves González Barrio, de Vegacervera, quien se doctoró en Medicina: fue una de las estudiantes que, mediante acuerdo de la Residencia de Señoritas con centros norteamericanos femeninos, viajó a EE.UU. para estudiar Bacteriología y Química Orgánica en Minnesota (en el curso 1921-1922), y trabajar en la clínica Mayo y en el Baby’s Hospital de Nueva York. El curso siguiente, Cándida Cadenas Campo (de Villaquejida), inspectora de primera enseñanza, viajó también a Minnesota para estudiar Educación Física en el St. Catherine’s College e impartir un curso de Español. Entre las residentes de Medicina destacan la odontóloga Pilar Viñuela Tascón y Julia Fernández Rodríguez (Santa Lucía de Gordón) porque ejercieron su profesión (como otras) en tiempos difíciles.

Hay al menos once residentes originarias de León que fueron profesoras del Instituto-Escuela; para algunas fue el «laboratorio» donde practicaron la enseñanza por primera vez, como Nemesia Rodríguez FernándezLlamazares, licenciada en Exactas, después de maestra, que pasó a ejercer en la segunda enseñanza, o Carmen Juan Blesa, que puede ser la profesora del Instituto-Escuela a quien Caro Baroja decía recordar con tanto cariño.

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El hermano de la doctora Nieves González Barrio de Vegacervera fue asesinado durante la guerra civil. Fue enterrado en una pequeña tierra del tío Manolín, junto al Molino de la Peña. Cuando mi madre iba con las vacas por allí veía las flores y las velas que le ponían los familiares. Este hombre se dedicaba a cobrar letras con un caballo y, segun Esperanza, la del molino, que se lo contó a mi madre, le mataron por envidias, por ganarse bien la vida. Pronto sacaron los restos (años 50?).

También recuerda como le contó Gelitos, la mujer de Nicanor, que cierto dia (?) se enfrentó con el otro Nicanor, el que fue alcalde, por haberse atrevido a entrar en su tienda, ya que se sabía que había matado a su padre y a su tío. Los mataron la misma noche y obligaron a Segundo y al Vinatero padre a enterrarlos. Su delito parece ser que fue ser prestamistas a un interés mucho mas bajo que el que ofrecía un prestamista de La Robla. Ellos eran de Robledo. Les enterraron en una tierra cerca del adilón. Los dueños de la finca que sabían de ello dejaron crecer allí los espinos para que nadie pisase ni entraran las vacas a pacer. Sacaron los restos al hacer la canalización del modulo de la presa de riego. Recuerdo que guardaban los sacos de cemento en el taller de mi padre, allá por los años 70.

¡Cuanta miseria y dolor!

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