martes, 17 de agosto de 2010

La casa de la abuela

Parte de mi infancia la pasé en casa de mi abuela, situada enfrente de la estación del ferrocarril.

Es la primera casa del Barrio de la estación de Matallana de Torío, perteneciente al pueblo de Robles de la Valcueva. La construyó a finales del siglo XIX ( El Ferrocarril de La Robla se inauguró en el año 1894.) un vecino de Naredo. Es probable que desde el principio se concibiese como posada para los viajeros que llegaban hasta aquí para trabajar en las minas de la zona.

Mi abuelo, que había llegado a la zona como guardia civil de servicio en el antiguo cuartel de Matallana (El cuartel estaba construido al lado de la casa de los ingenieros (La dirección) de la Sociedad carbonífera de Matallana), cercana a las minas, dejó el cuerpo y empezó trabajando en las oficinas de la Compañía Anglo-Hispana (La Hispana). Más tarde el mismo explotó, con otros socios, alguna pequeña mina de Orzonaga.

En estos años (Alrededor de los años de la Primera Guerra Mundial) mis abuelos tuvieron una cantina, es decir tienda de comestibles y un poco de todo, bar de comidas y alojamiento. Es sorprendente imaginar que en un espacio tan pequeño podía vivir la familia y además disponer de espacio para las otras actividades.

Mis abuelos arrendaron la casa, las cuadras y los huertos que la rodeaban a sus antiguos propietarios. Anteriormente se había utilizado como depósito de mineral de cobre (Calcopirita) de las minas de Villanueva de la Mediana (Recuerdo como, haciendo un agujero para colocar un árbol de navidad, apareció una de aquellas piedras verdes).

Aparte de las otras actividades tenían arrendadas otras tierras y cultivaban un poco de todo y llegaron a tener dos vacas, aparte de otros animales como gallinas, cerdos y conejos. Mi madre recuerda muchas veces de sus años de tierna juventud en que se iba con otras vecinas de su edad a llevar las vacas al monte para que comieran.

En la actualidad está a punto de hundirse definitivamente (El tejado tiene una curva espantosa) pero su fabrica era buena, con pisos de madera en el primer piso y puerta de entrada con tranca de barra de hierro. Está perfectamente orienta al Sur y su "portalina era muy acogedora tanto en verano como en invierno. El corredor, al que se podía acceder desde el piso de arriba y desde la portalina. Debajo de la escalera exterior había un pequeño espacio que hacia las veces de leñera, gallinero para pollos, etc.

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