MIGUEL CANSECO (UNIÓN PATRIÓTICA - 1 de mayo de 1927)
En los confines de la provincia de León, como recostado en la ladera que sube pintorescamente al lindísimo puerto de Pajares, se asienta el pueblecito de Busdongo, famoso en la provincia por su situación y por haber sido en fecha no lejana centro muy activo de trajineros. Allí nació Miguelito, el día 26 de octubre de 1876. Quince años más tarde, no acabados de contar, se graduaba Canseco de Bachiller, y al cumplir los veintiuno aprobaba su tesis doctoral en la facultad de Derecho, después de brillantes estudios en la Universidad de Deusto. Mantuvo largas y cariñosas relaciones de amistad con don Gumersindo de Azcárate y don Eduardo Dato, a quien apoyó constantemente en el distrito de León.
Sus años de estudiante en Deusto y su natural amable, afectuoso y desprendido fueron como semilla abundosa de insignes amistades y relaciones que aún conserva; pues Canseco es una de las contadas personalidades españolas que saben ser hombres y saben ser amigos. Muchos de los que tuvieron relación con él, se lo deben todo: posición, bienestar, fortuna..., hasta el aire que respiran, con ser el aire un bien de libre y común disfrute. Pero Canseco tiende su mano generosa sin otra mira que la propia satisfacción de hacer el bien; y de ahí que haya todavía gentes que, a pesar de haber sido con él ingratas, sigan recibiendo de su mano copiosos beneficios, acaso porque el magnánimo leonés tenga la esperanza de que los equivocados reconozcan su error y vuelvan al camino de donde no debieron apartarse.
Dato llevó a Canseco a la política, con abandono de sus particulares asuntos y de sus negocios mineros y de construcción de vías férreas, fábricas, etcétera, y, por tanto, con sensible pérdida de intereses. Desempeñó algunos importantes cargos públicos: desinteresada y graciosamente fué Diputado provincial y Presidente de la Diputación de León, que tanto le debe (durante el tiempo que fué Presidente de la Diputación, ni él ni los Diputados cobraron dietas, cuyo importe fué a parar a los Establecimientos benéficos); pero Canseco no halló en la política otra cosa que sinsabores, y por esto y por su carácter y posición independientes, dejó de colaborar con los hombres públicos y volvió a consagrarse a los menesteres de su propia casa.
Canseco, Caballero de la Real Orden de Isabel la Católica, Vicecónsul de Inglaterra, Presidente Local de la Exposición de Turismo en Londres y de la Exposición del Traje, ha fundado y presidido muchas sociedades culturales, y colaboró con López Moran en la importante obra Derecho consuetudinario y Economía popular de la provincia de León.
En cuanto a su actividad económica, baste recordar que ha sido fundador, director, iniciador o consejero de innumerables compañías mineras, de electricidad, de aguas, de ferrocarriles, etc., entre ellas de la mina de hulla «La Carmonda», de la Sociedad «Canseco, Blanco y González» (salto de agua en Moreda de Asturias), de «León Industrial» (electricidad y aguas), de las Sociedades «Hornaguera», «Antracitas de Brañuelas», «Hulleras de Arbas», «Hulleras de Carrocera», «Hulleras de Valdesamario», «Unión de Mineros», «Sindicato Minero Leonés», etc. Fue iniciador y es Consejero del Banco Urquijo en León; iniciador y constructor del Ferrocarril León-Matallana, y de la doble vía Palencia Palanquinos, de la Compañía del Norte; Constructor de la Estación de Clasificación Norte, en León, Vicepresidente de la Cámara Minera de León y de la Cámara de Comercio. Es Abogado de la Compañía de los Ferrocarriles de la Robla, y ha plantado en la provincia de León más de 300.000 árboles. Fué, durante seis años. Director del Hospicio de León; ha sido el primer Presidente de Unión Patriótica en la misma provincia, y actualmente es cabo de Somatén en el partido de León, y Consejero y Vocal de la Comisión Gestora de la Editorial La Nación.
Canseco, que no puede refrenar su aspiración, su ferviente deseo de ser útil a la patria (y buena prueba es todo lo enumerado), vino a reforzar con todo su desinterés las filas de Unión Patriótica, en donde se ha mostrado como una de las más relevantes e influyentes personalidades. El General Primo de Rivera, que aprecia en lo justo las insignes cualidades de Canseco, le nombró Vocal del Consejo Supremo de los Siete; es decir, del Comité Central de Uniones Patrióticas, autoridad superior en este gran movimiento de renovación y de regeneración españolas.
Los leoneses deben estar, no sólo agradecidos a Canseco por lo mucho y bueno que este ilustre patriota, durante toda su vida, ha hecho por la noble provincia castellana, más de una vez con enormes sacrificios; sino que deben estar orgullosos de tener como paisano a un hombre que ha sabido conquistar por sus propios méritos la consideración y el respeto de los altos en la elevada posición que ocupa, y el cariño de sus conciudadanos por su entrañable amor a León, jamás entibiado ni desmentido. Nunca como ahora estaría tan justificado que los leoneses se unieran a los amigos de Canseco, residentes en Madrid, para solicitar que se premiaran los servicios y el generoso desprendimiento de quien tan efusiva y prácticamente supo mantener su cariño hacia el terruño y su amor a España.
En los confines de la provincia de León, como recostado en la ladera que sube pintorescamente al lindísimo puerto de Pajares, se asienta el pueblecito de Busdongo, famoso en la provincia por su situación y por haber sido en fecha no lejana centro muy activo de trajineros. Allí nació Miguelito, el día 26 de octubre de 1876. Quince años más tarde, no acabados de contar, se graduaba Canseco de Bachiller, y al cumplir los veintiuno aprobaba su tesis doctoral en la facultad de Derecho, después de brillantes estudios en la Universidad de Deusto. Mantuvo largas y cariñosas relaciones de amistad con don Gumersindo de Azcárate y don Eduardo Dato, a quien apoyó constantemente en el distrito de León.
Sus años de estudiante en Deusto y su natural amable, afectuoso y desprendido fueron como semilla abundosa de insignes amistades y relaciones que aún conserva; pues Canseco es una de las contadas personalidades españolas que saben ser hombres y saben ser amigos. Muchos de los que tuvieron relación con él, se lo deben todo: posición, bienestar, fortuna..., hasta el aire que respiran, con ser el aire un bien de libre y común disfrute. Pero Canseco tiende su mano generosa sin otra mira que la propia satisfacción de hacer el bien; y de ahí que haya todavía gentes que, a pesar de haber sido con él ingratas, sigan recibiendo de su mano copiosos beneficios, acaso porque el magnánimo leonés tenga la esperanza de que los equivocados reconozcan su error y vuelvan al camino de donde no debieron apartarse.
Dato llevó a Canseco a la política, con abandono de sus particulares asuntos y de sus negocios mineros y de construcción de vías férreas, fábricas, etcétera, y, por tanto, con sensible pérdida de intereses. Desempeñó algunos importantes cargos públicos: desinteresada y graciosamente fué Diputado provincial y Presidente de la Diputación de León, que tanto le debe (durante el tiempo que fué Presidente de la Diputación, ni él ni los Diputados cobraron dietas, cuyo importe fué a parar a los Establecimientos benéficos); pero Canseco no halló en la política otra cosa que sinsabores, y por esto y por su carácter y posición independientes, dejó de colaborar con los hombres públicos y volvió a consagrarse a los menesteres de su propia casa.
Canseco, Caballero de la Real Orden de Isabel la Católica, Vicecónsul de Inglaterra, Presidente Local de la Exposición de Turismo en Londres y de la Exposición del Traje, ha fundado y presidido muchas sociedades culturales, y colaboró con López Moran en la importante obra Derecho consuetudinario y Economía popular de la provincia de León.
En cuanto a su actividad económica, baste recordar que ha sido fundador, director, iniciador o consejero de innumerables compañías mineras, de electricidad, de aguas, de ferrocarriles, etc., entre ellas de la mina de hulla «La Carmonda», de la Sociedad «Canseco, Blanco y González» (salto de agua en Moreda de Asturias), de «León Industrial» (electricidad y aguas), de las Sociedades «Hornaguera», «Antracitas de Brañuelas», «Hulleras de Arbas», «Hulleras de Carrocera», «Hulleras de Valdesamario», «Unión de Mineros», «Sindicato Minero Leonés», etc. Fue iniciador y es Consejero del Banco Urquijo en León; iniciador y constructor del Ferrocarril León-Matallana, y de la doble vía Palencia Palanquinos, de la Compañía del Norte; Constructor de la Estación de Clasificación Norte, en León, Vicepresidente de la Cámara Minera de León y de la Cámara de Comercio. Es Abogado de la Compañía de los Ferrocarriles de la Robla, y ha plantado en la provincia de León más de 300.000 árboles. Fué, durante seis años. Director del Hospicio de León; ha sido el primer Presidente de Unión Patriótica en la misma provincia, y actualmente es cabo de Somatén en el partido de León, y Consejero y Vocal de la Comisión Gestora de la Editorial La Nación.
Canseco, que no puede refrenar su aspiración, su ferviente deseo de ser útil a la patria (y buena prueba es todo lo enumerado), vino a reforzar con todo su desinterés las filas de Unión Patriótica, en donde se ha mostrado como una de las más relevantes e influyentes personalidades. El General Primo de Rivera, que aprecia en lo justo las insignes cualidades de Canseco, le nombró Vocal del Consejo Supremo de los Siete; es decir, del Comité Central de Uniones Patrióticas, autoridad superior en este gran movimiento de renovación y de regeneración españolas.
Los leoneses deben estar, no sólo agradecidos a Canseco por lo mucho y bueno que este ilustre patriota, durante toda su vida, ha hecho por la noble provincia castellana, más de una vez con enormes sacrificios; sino que deben estar orgullosos de tener como paisano a un hombre que ha sabido conquistar por sus propios méritos la consideración y el respeto de los altos en la elevada posición que ocupa, y el cariño de sus conciudadanos por su entrañable amor a León, jamás entibiado ni desmentido. Nunca como ahora estaría tan justificado que los leoneses se unieran a los amigos de Canseco, residentes en Madrid, para solicitar que se premiaran los servicios y el generoso desprendimiento de quien tan efusiva y prácticamente supo mantener su cariño hacia el terruño y su amor a España.
LOS PROGRESOS DE LEÓN
CUANDO uno ha pasado la niñez en una ciudad pequeña y sale a correr mundo, acontece que la imagen de la ciudad va tomando en la fantasía proporciones desmesuradas a través de la lente de los años. Al regresar, después de larga ausencia, esta imagen suele chocar con la realidad permanente, y surge el desencanto: las calles parecen estrechas; los edificios, bajos; las plazas, angostas.
A mí me ha sucedido con León todo lo contrario. Después de muchos años de ausencia, he tornado a aquella ciudad, donde transcurrió mi niñez, y mi sorpresa ha sido enorme, no por haber encontrado las cosas enanas, sino relativamente colosales. Encuentro que han crecido las cosas y los hombres. Ya, en León, se hacen alardes de suntuosidad urbana, como lo prueba el abanico de construcciones alineadas entre la calle de Ordoño II y la Avenida del Padre Isla, con la bisectriz de la Gran Vía, que sale hasta San Marcos. Ya en las casas hay grifos, por donde brota el agua murmurando promesas de salud. Ya el cazurro no es allí catedrático, o si alguno blasona de serlo, le acompaña por todas partes el desprecio general.
Sobre las reformas materiales flota en León un aire de modernidad, de cultura y de señorío. Sentado en el Casino a la hora del café —un Casino coquetón, que no desmerece al lado de ninguno de la Corte—, converso con mis amigos y no les oculto mi asombro.
— ¿A quién se debe—pregunto—este cambio tan radical?
Las opiniones son muy diversas.
Yo, por mi parte, tengo el convencimiento de que uno de los hombres a quien más debe León es a Miguel Canseco. (Véase su retrato en la portada.) No digo que a él se le deba todo; pero en muchas cosas se le debe el impulso inicial, que es lo que tiene mérito.
En la provincia de León se aprovechan hoy muchos saltos de agua.
¿Quién enseñó a utilizarlos?
¿No fue Canseco quien planeó y construyó el magnífico salto del río Porma, de un rendimiento de 1.200 caballos, cuando el problema del alumbrado estaba en León sin resolver?
La explotación de las minas leonesas es hoy una riqueza nacional.
¿No fue Canseco quien planeó y construyó el magnífico salto del río Porma, de un rendimiento de 1.200 caballos, cuando el problema del alumbrado estaba en León sin resolver?
La explotación de las minas leonesas es hoy una riqueza nacional.
¿Quién impulsó esa explotación?
El numero 1 de las concesiones corresponde a una mina de carbón suya. En la fábrica de briquetas, por el instalada, con capacidad productora de más de 200 toneladas al día, enseñó a aprovechar los carbones menudos, tan abundantes en la provincia. Recién terminada su carrera, cuando todavía era un muchacho, Miguel Canseco trabajó como un obrero en la mina de «La Carmonda», y allí adquirió conocimientos prácticos, que sirvieron de base a su reconocida competencia en asuntos mineros.
En León aumentan las líneas de comunicaciones,
¿No ha influido Canseco en la construcción de algunas de ellas? ¿A quién se debe la línea férrea de León a Matallana? Nadie como él palpó durante la guerra las enormes pérdidas que experimentaba la economía nacional por la falta de transportes para los carbones leoneses. Recuerdo haber leído un artículo suyo en que se lamentaba de ello, y decía: «En esta provincia de León hubo minero que pagó tres millones de pesetas por acarreo de carbones, lo que puede servirnos de base para calcular en unos treinta o cuarenta millones de pesetas lo que fue invertido por todos los mineros leoneses en acarreos,».
Esta dolorosa experiencia fue la que le animó a desarrollar en su provincia las líneas de comunicaciones, una de las cuales, el ferrocarril de Matallana, que pone a León en comunicación directa con Bilbao, es obra suya.
Mientras en el Casino hacemos estos y otros comentarios, aparece por la puerta el propio Miguel Canseco, Con su habitual gentileza nos invita a dar un paseo hasta su finca de Armunia. Yo había conocido a Canseco en Madrid, donde como Vocal del Comité Ejecutivo Central de la Unión Patriótica pasa grandes temporadas, ocupado en asuntos de interés nacional. No le había tratado en su ambiente leonés, en el círculo amable y familiar de sus paisanos. Aquella finca de Armunia, copiosamente regada por aguas artesianas, es una verdadera granja agrícola, que pudiera servir de escuela de cultivos. En la paz de aquella hermosa huerta, en el primor de aquella casita de campo, descuella más la figura del gran señor, del varón ilustre, que bien pudiera llamarse ilustre Barón de Armunia...
Desde la finca divisamos un bello horizonte: la vía férrea, el paseo de Papalaguinda, las agujas de la catedral, disparadas hacia el cielo; pero el horizonte de Miguel Canseco es más amplio que este escenario provinciano, con ser tan luminoso. El horizonte de la vida de Canseco es el mapa de España. Su actividad no se orienta ya sólo hacia su tierra, hace tiempo que se orienta hacia el progreso nacional.
Album Gráfico, León Artístico Monumental en el centenario de sus fueros, 1920.
Miguel Canseco
De espíritus débiles y enfermos es el vivir contemplativo y añorante con la mirada en el pasado, atento no más que a las glorias pretéritas y sin la preocupación —reveladora de energía — de la necesidad actual y de las exigencias del porvenir. El ayer y el mañana, deben tener el nexo de su unión poderosa en el hoy, el momento, la actualidad. Porque el momento presente es el engendrador del futuro, y del trabajo de este día, ha de arrancar la conquista del venidero.
Con esta idea no hemos podido menos de complacernos viendo como se hermanan en León de una manera inteligente y comprensiva los cantos de gloria con los cantos de esperanza, como a la vez que se honra a los que fueron, se prepara el terreno a los que vendrán.
Y, ocupándonos de León, no consideraríamos completa nuestra obra si dejásemos de hablar de su desarrollo industrial, fácilmente visible por el que llega a esta ciudad, pero seguramente ignorado por el que haga muchos años que no la ha visitado. En ella se han perfeccionado de una manera considerable sus primitivas industrias, multiplicándose en una enormísima proporción.
Como modelo puede figurar desde luego la gran fábrica de aglomerados de carbón que explota la sociedad anónima «Hornaguera», fábrica que hemos visitado con el detenimiento que merece, quedando maravillados de su instalación, que aunque habíamos oído con repetición a cuantos de ella nos hablaran grandes elogios, no pudimos hacernos idea de la justicia con que la eran aplicados hasta que nos convencimos por nosotros mismos.
Emplazada la fábrica en un lugar ameno y pintoresco en las proximidades de un bello pueblecito llamado Armunia y a corta distancia de la capital, lo primero que fija la atención del visitante es la enorme extensión de terreno que circunda al soberbio edificio donde la maquinaria se halla instalada. Más de 100.000 metros de ese terreno ocupan las vías del apartadero propio de la fábrica, capaces para 200 vagones, en cuyo cargue trabajan febrilmente multitud de obreros, puesto que del orificio de salida de la máquina y arrastradas por la cinta de enfriamiento y descargue, se desocupan cada hora 15 toneladas de briquetas, como producción normal y corriente.
La fosa de descargue para el carbón es amplia; su elevador de 22 metros de altura con canjilones de 60 centímetros, no cesa un instante de funcionar, subiendo el carbón a la torre con dos tolvas, donde automática y mecánicamente se hace la clasificación. En el interior hemos visto la cinta abastecedora, dos hermosos molinos Cart para brea y carbón, dosador, mezclador, prensa y, en departamento separado, la soberbia caldera obra de la Casa Bacok Wilcox.
Hay además cuatro motores eléctricos para el movimiento de las máquinas y todo lo que requiere la más moderna de esta clase de instalaciones, de importancia enorme siempre, pero más aún en León, por estar destinada a la transformación de los carbones menudos de que son abundantes sus cuencas mineras y que de otra suerte carecerían de aplicación, en tanto que así la tienen y de mucho interés puesto que la excelente briqueta que con ellos se produce, no tiene igual para el consumo en locomotoras y otra clase de máquinas.
Esta misma entidad social explota ricas minas en las mejores situaciones de las respectivas zonas. Así de la cuenca de Villablino, tan ventajosamente conocida, tienen justo renombre por la excelencia de sus carbones grasos la «Montañesa» y «Babiana»; en carbón de antracita pocas igualarán a las «Sorpresas» y «Leandra», de la región del Bierzo (Toreno) y en la de La Magdalena posee también la mina «María» igualmente rica por la cantidad y calidad de su combustible.
La fabricación es muy esmerada, y ello ha sido causa de que conquistase el mercado desde su creación. Para cerciorarse de la bondad de breas y carbones, tiene la fábrica en edificio contiguo a ella, laboratorio propio; todo lo completo que se puede apetecer y que es una verdadera aduana escrupulosa, por la que no es posible pasar materiales que puedan hacer desmerecer a la briqueta que se fabrica.
Y esta sociedad, su fábrica, la obra toda de ella, ha sido idea, creación de un hombre joven y modesto, pero animoso y emprendedor, en el que se dan en feliz consorcio las aptitudes del artista y hombre de letras con la competencia y acierto en los negocios industriales, hasta el extremo de que no ha habido en algunos años obra alguna de esta clase en la provincia en la que no haya intervenido de una manera directa; mejor pudiéramos decir que él no haya inspirado, laborando por su implantación y florecimiento de una manera desinteresada y entusiasta.
Este hombre es don Miguel Canseco, que, doctorado en Derecho antes de cumplir los veinte años, alternó con los estudios jurídicos y sociales (por verdadera afición, puesto que la independencia de su posición le hizo innecesario el ejercicio de su carrera), la observación de las necesidades de su provincia, no para lamentar estérilmente las deficiencias que observaba sino para acudir con el remedio, allí donde su perspicaz y escudriñadora mirada le hacía ver como necesario.
Buena prueba nos dan de esta verdad, que no desconoce ningún leonés, no sólo la creación de «Hornaguera», cuyas Gerencia y Presidencia ostenta, y de la que es principal accionista. Igual la proclaman la explotación de los saltos de agua del Porma, que lleva a cabo la sociedad «León Industrial», por D. Miguel Canseco también creada y de la cual es Vicepresidente; empresa ésta de consideración e importancia, que basta a justificar el hecho de ser los indicados saltos de agua los que dan energía eléctrica y luz a León; minas de Santa Lucía y Sabero; la de la Sociedad «Antracitas de Brañuelas», a cuyo Consejo de Administración pertenece; y, fuera de León, la sociedad Canseco Blanco y Gutiérrez, explotadora de otro salto de agua en Moreda (Asturias), por él igualmente creada.
A sí mismo, el Sr. Canseco fija su atención en el problema de la tierra, y, hombre práctico siempre, pone a contribución su portentosa actividad y sus mismos bienes en el estudio de ese problema. La transformación de su bella finca «Almanzor» en la que ensaya procedimientos de cultivo, métodos de producción, recría de ganado con tendencia a la mejora de las razas, justificarían por sí sola esta apreciación ; pero su aliento personal y consejo a los agricultores de la región, el desvelo por el mejoramiento de las aldeas de su tierra, son otros tantos fundamentos de ella.
El numero 1 de las concesiones corresponde a una mina de carbón suya. En la fábrica de briquetas, por el instalada, con capacidad productora de más de 200 toneladas al día, enseñó a aprovechar los carbones menudos, tan abundantes en la provincia. Recién terminada su carrera, cuando todavía era un muchacho, Miguel Canseco trabajó como un obrero en la mina de «La Carmonda», y allí adquirió conocimientos prácticos, que sirvieron de base a su reconocida competencia en asuntos mineros.
En León aumentan las líneas de comunicaciones,
¿No ha influido Canseco en la construcción de algunas de ellas? ¿A quién se debe la línea férrea de León a Matallana? Nadie como él palpó durante la guerra las enormes pérdidas que experimentaba la economía nacional por la falta de transportes para los carbones leoneses. Recuerdo haber leído un artículo suyo en que se lamentaba de ello, y decía: «En esta provincia de León hubo minero que pagó tres millones de pesetas por acarreo de carbones, lo que puede servirnos de base para calcular en unos treinta o cuarenta millones de pesetas lo que fue invertido por todos los mineros leoneses en acarreos,».
Esta dolorosa experiencia fue la que le animó a desarrollar en su provincia las líneas de comunicaciones, una de las cuales, el ferrocarril de Matallana, que pone a León en comunicación directa con Bilbao, es obra suya.
Mientras en el Casino hacemos estos y otros comentarios, aparece por la puerta el propio Miguel Canseco, Con su habitual gentileza nos invita a dar un paseo hasta su finca de Armunia. Yo había conocido a Canseco en Madrid, donde como Vocal del Comité Ejecutivo Central de la Unión Patriótica pasa grandes temporadas, ocupado en asuntos de interés nacional. No le había tratado en su ambiente leonés, en el círculo amable y familiar de sus paisanos. Aquella finca de Armunia, copiosamente regada por aguas artesianas, es una verdadera granja agrícola, que pudiera servir de escuela de cultivos. En la paz de aquella hermosa huerta, en el primor de aquella casita de campo, descuella más la figura del gran señor, del varón ilustre, que bien pudiera llamarse ilustre Barón de Armunia...
Desde la finca divisamos un bello horizonte: la vía férrea, el paseo de Papalaguinda, las agujas de la catedral, disparadas hacia el cielo; pero el horizonte de Miguel Canseco es más amplio que este escenario provinciano, con ser tan luminoso. El horizonte de la vida de Canseco es el mapa de España. Su actividad no se orienta ya sólo hacia su tierra, hace tiempo que se orienta hacia el progreso nacional.
EMILIO RODRÍGUEZ SADIA.
De espíritus débiles y enfermos es el vivir contemplativo y añorante con la mirada en el pasado, atento no más que a las glorias pretéritas y sin la preocupación —reveladora de energía — de la necesidad actual y de las exigencias del porvenir. El ayer y el mañana, deben tener el nexo de su unión poderosa en el hoy, el momento, la actualidad. Porque el momento presente es el engendrador del futuro, y del trabajo de este día, ha de arrancar la conquista del venidero.
Con esta idea no hemos podido menos de complacernos viendo como se hermanan en León de una manera inteligente y comprensiva los cantos de gloria con los cantos de esperanza, como a la vez que se honra a los que fueron, se prepara el terreno a los que vendrán.
Y, ocupándonos de León, no consideraríamos completa nuestra obra si dejásemos de hablar de su desarrollo industrial, fácilmente visible por el que llega a esta ciudad, pero seguramente ignorado por el que haga muchos años que no la ha visitado. En ella se han perfeccionado de una manera considerable sus primitivas industrias, multiplicándose en una enormísima proporción.
Como modelo puede figurar desde luego la gran fábrica de aglomerados de carbón que explota la sociedad anónima «Hornaguera», fábrica que hemos visitado con el detenimiento que merece, quedando maravillados de su instalación, que aunque habíamos oído con repetición a cuantos de ella nos hablaran grandes elogios, no pudimos hacernos idea de la justicia con que la eran aplicados hasta que nos convencimos por nosotros mismos.
Emplazada la fábrica en un lugar ameno y pintoresco en las proximidades de un bello pueblecito llamado Armunia y a corta distancia de la capital, lo primero que fija la atención del visitante es la enorme extensión de terreno que circunda al soberbio edificio donde la maquinaria se halla instalada. Más de 100.000 metros de ese terreno ocupan las vías del apartadero propio de la fábrica, capaces para 200 vagones, en cuyo cargue trabajan febrilmente multitud de obreros, puesto que del orificio de salida de la máquina y arrastradas por la cinta de enfriamiento y descargue, se desocupan cada hora 15 toneladas de briquetas, como producción normal y corriente.
La fosa de descargue para el carbón es amplia; su elevador de 22 metros de altura con canjilones de 60 centímetros, no cesa un instante de funcionar, subiendo el carbón a la torre con dos tolvas, donde automática y mecánicamente se hace la clasificación. En el interior hemos visto la cinta abastecedora, dos hermosos molinos Cart para brea y carbón, dosador, mezclador, prensa y, en departamento separado, la soberbia caldera obra de la Casa Bacok Wilcox.
Hay además cuatro motores eléctricos para el movimiento de las máquinas y todo lo que requiere la más moderna de esta clase de instalaciones, de importancia enorme siempre, pero más aún en León, por estar destinada a la transformación de los carbones menudos de que son abundantes sus cuencas mineras y que de otra suerte carecerían de aplicación, en tanto que así la tienen y de mucho interés puesto que la excelente briqueta que con ellos se produce, no tiene igual para el consumo en locomotoras y otra clase de máquinas.
Esta misma entidad social explota ricas minas en las mejores situaciones de las respectivas zonas. Así de la cuenca de Villablino, tan ventajosamente conocida, tienen justo renombre por la excelencia de sus carbones grasos la «Montañesa» y «Babiana»; en carbón de antracita pocas igualarán a las «Sorpresas» y «Leandra», de la región del Bierzo (Toreno) y en la de La Magdalena posee también la mina «María» igualmente rica por la cantidad y calidad de su combustible.
La fabricación es muy esmerada, y ello ha sido causa de que conquistase el mercado desde su creación. Para cerciorarse de la bondad de breas y carbones, tiene la fábrica en edificio contiguo a ella, laboratorio propio; todo lo completo que se puede apetecer y que es una verdadera aduana escrupulosa, por la que no es posible pasar materiales que puedan hacer desmerecer a la briqueta que se fabrica.
Y esta sociedad, su fábrica, la obra toda de ella, ha sido idea, creación de un hombre joven y modesto, pero animoso y emprendedor, en el que se dan en feliz consorcio las aptitudes del artista y hombre de letras con la competencia y acierto en los negocios industriales, hasta el extremo de que no ha habido en algunos años obra alguna de esta clase en la provincia en la que no haya intervenido de una manera directa; mejor pudiéramos decir que él no haya inspirado, laborando por su implantación y florecimiento de una manera desinteresada y entusiasta.
Este hombre es don Miguel Canseco, que, doctorado en Derecho antes de cumplir los veinte años, alternó con los estudios jurídicos y sociales (por verdadera afición, puesto que la independencia de su posición le hizo innecesario el ejercicio de su carrera), la observación de las necesidades de su provincia, no para lamentar estérilmente las deficiencias que observaba sino para acudir con el remedio, allí donde su perspicaz y escudriñadora mirada le hacía ver como necesario.
Buena prueba nos dan de esta verdad, que no desconoce ningún leonés, no sólo la creación de «Hornaguera», cuyas Gerencia y Presidencia ostenta, y de la que es principal accionista. Igual la proclaman la explotación de los saltos de agua del Porma, que lleva a cabo la sociedad «León Industrial», por D. Miguel Canseco también creada y de la cual es Vicepresidente; empresa ésta de consideración e importancia, que basta a justificar el hecho de ser los indicados saltos de agua los que dan energía eléctrica y luz a León; minas de Santa Lucía y Sabero; la de la Sociedad «Antracitas de Brañuelas», a cuyo Consejo de Administración pertenece; y, fuera de León, la sociedad Canseco Blanco y Gutiérrez, explotadora de otro salto de agua en Moreda (Asturias), por él igualmente creada.
A sí mismo, el Sr. Canseco fija su atención en el problema de la tierra, y, hombre práctico siempre, pone a contribución su portentosa actividad y sus mismos bienes en el estudio de ese problema. La transformación de su bella finca «Almanzor» en la que ensaya procedimientos de cultivo, métodos de producción, recría de ganado con tendencia a la mejora de las razas, justificarían por sí sola esta apreciación ; pero su aliento personal y consejo a los agricultores de la región, el desvelo por el mejoramiento de las aldeas de su tierra, son otros tantos fundamentos de ella.
La familia
El día 28 de diciembre de 1951 cerró sus ojos y apagó su voz Antonio Miguel Díez Gutiérrez-Canseco, nacido en Busdongo el día 26 de octubre de 1876.
El 30 de abril de 1922 se constituyó en el Casino de León la Sociedad Cultural y Deportiva. En 1924 la entidad tenía una sección de Gimnasia, dirigida por Pedro Castellano, otras de Pedestrismo, liderada por Julián Sanz Martínez, de Alpinismo con Joaquín Manceñido, de Turismo con Miguel Bravo, de Ciclismo con Pepe Gracia, de Esgrima con Belisario Santocildes y de Balompié con Valentín Belinchón. Dirigían la Cultural Miguel Canseco como presidente, junto a Mariano Andrés y Miguel Roa de vicepresidentes, y como secretario Luis Peña e Ignacio García y César Gómez Barthe como contador y tesorero. Miguel Gutiérrez Díez-Canseco financió los primeros pasos de la Cultural en 1923, acondicionando el primer campo de fútbol donde se ubicó, que no fue otro que el denominado de El Parque, muy cercano a lo que hoy ocupa la actual plaza de toros. Posteriormente se trasladó a La Puentecilla.
En su larga vida política fue diputado provincial más de 25 años; durante un año y medio fue presidente de la Diputación y también trabajó en el Ministerio de Fomento durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, hasta la proclamación de la segunda República. En el Ministerio de Fomento conoció a Elsa Beinhorn, entonces casada con un alemán y que se dedicaba junto a él a la exportación de naranjas desde Valencia.
Siendo diputado provincial, del 1905 al 1911, desempeñó la dirección del Hospicio del Obispo Cuadrillero, situado frente al parque San Francisco, donde hay se levantan los edificios de Correos, el Conservatorio, la Biblioteca pública y el Instituto Leonés de Cultura. También fue un gran benefactor de muchas parroquias y, como mecenas generoso, pagó multitud de becas a seminaristas y los estudios civiles a muchos jóvenes oriundos de la montaña leonesa.
Su vivienda en León se encontraba en el número 4 de la calle Era del Moro, tras la muralla, a pocos metros del arco de la cárcel. Tuvo despacho y oficinas en la calle Cervantes, número 9. En 1927, una vez dejada la presidencia de la Diputación compró abundantes terrenos y parcelas en el entonces ayuntamiento de Armunia y allí construyó su amplio chalé La Fontana, donde hoy se sitúan Auto Palacios y los talleres de la Ford, los Salesianos y la llamada Ermita de San Miguel, construida entre 1957 y 1959 por su viuda, Elsa Beinhorn Weiland, en recuerdo de su difunto esposo y luego la regaló a la Diócesis de León, convirtiéndose en la parroquia de San Antonio de Padua.
San Miguel y San Antonio de Padua eran dos advocaciones muy queridas de toda la familia Canseco. La actual avenida de Antibióticos, originariamente llevó el nombre de avenida Canseco y todo el barrio que va desde la citada avenida hasta las vías del tren, incluyendo la factoría farmacéutica, también se conoció como barrio Canseco, porque todos o la mayoría de esos terrenos fueron de su propiedad.
En la iglesia parroquial de San Antonio de Padua, bajo la torre existe una pequeña cripta donde descansan en tres sarcófagos de piedra los restos de Miguel, Elsa y Liselotte Paege Beinhorn, la hija del primer matrimonio de Elsa. Hay también un cuarto nicho vacío, que estaba reservado para el ama de llaves, Joaquina Palencia Moreno, pero que sigue vacío porque ésta, tras el fallecimiento de Elsa en 1980 y de Liselotte en 1984, abandonó el piso de León donde vivían las tres, en la calle República Argentina y se trasladó a Madrid, para hacerse cargo de la herencia de un familiar que había muerto abintestato la hermana del pintor Benjamín Palencia, Salomé. Joaquina falleció en octubre de 2005 en Madrid, tras haber pasado buena parte de su vida con Liselotte, como si fueran hermanas, pero, lamentablemente hoy sigue el sarcófago vacío en León y la otra en Madrid, quedando también en el aire la herencia millonaria del pintor albaceteño por el abintestato y los intereses encontrados de unos y otros.
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