El 29 de agosto pasado subimos al Polvoreda. Desde allí la vista panorámica es formidable.
En el vértice geodésico, mirando hacia el Norte.
En lo alto una mastina guardaba un rebaño de cabras, que no dejaron que nos acercásemos.
La perra dejó que le diésemos trozos de bocadillo sin ningún pudor.
Cada vez cuesta más subir a Polvoreda, los años no perdonan.
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