martes, 31 de julio de 2018

Museo del Ferroviario de Cistierna


Hace unos días visité el Museo del Ferroviario de Cistierna.

En el Museo del Ferroviario de Cistierna abren a las 10. Al mando está una joven entusiasta con dos trenzas, con estudios de turismo e infantil y un contrato temporal. Me explica que la entrada son dos euros y que me puede hacer la visita guiada, pero que si viene alguien más, me tiene que dejar. Le digo que si que me interesa el audiovisual, pero que la visita ya la haré yo a mi aire, pero, afortunadamente no me hace caso.


Máquina para imprimir los billetes de cartón.

Me cobra y empieza la liturgia. Me dice que sin billete no puedo hacer nada y que me entrega uno, pero que se ha de pasar por la máquina para marcar la fecha. Me habla del carbón, las briquetas, los ovoides y el coque. De los ovoides para las estufas, de los que daban dos sacos al mes para cada trabajador y que compensaban esta cantidad con las sisas de carbón y de briquetas, que se podían guardar en la maleta de la comida de los trabajadores.


En la sala audiovisual me comenta sus dudas sobre la versión de los pies de foto de dos grupos de fotografías, los correspondientes a la voladura del puente del Ebro en el 34 y al descarrilamiento del tren entre La Valcueva y Matallana, durante la guerra. Me comenta que una persona que visitó el museo le dijo que era nieto de unos de los maquinistas del tren descarrilado, que al parecer no le pasó nada y que en aquel día se fue a su casa, como en cualquier otro día de trabajo. Según esta versión los republicanos habían querido descarrilar un tren militar, pero antes circuló este otro tren, delante del cual irían los trabajadores del ferrocarril.


Otro aspecto sobre el que hace hincapié es el tamaño de los diferentes carriles utilizados a lo largo de la historia del Ferrocarril de La Robla y la manera en que se desgastan los raíles, por el contacto con la pestaña de las ruedas.


A continuación se puede ver un teléfono de campaña, que los ferroviarios utilizaban para comunicarse entre estaciones, subidos a un poste y conectando a los hilos del teléfono.


Termómetro para las locomotoras.




Sobre los robos de mercancías para, según ella, mejorar algo lo que podían echar a la olla ferroviaria, debido a los bajos salarios, ya que los mineros llegaban a ganar 3 veces más que ellos, se solía resolver con una cierta vista gorda por parte de la Compañía, que tenía que indemnizar a aquellos a los que les faltaban mercancías.

A continuación se puede ver una bomba para la prueba de los frenos de vacío.


Botiquín.


Herramientas para la reparación de la vía.


Para la guía del museo la joya de la corona es el taller con sus máquinas y para mi también.

En el taller la guía me hace hincapié en el martillo pilón SAAB Aurrera, con su pajarita en el contrapeso de la palanca de accionamiento. También merecen un comentario las guías planas del que se supone es el torno más antiguo. Entre las fotografías merecen un comentario la foto de los ejercicios espirituales de los trabajadores que habían de hacer obligatoriamente en el tiempo de descanso y la fotografía de la entrada al taller en la que se puede ver un grupo de trabajadores, algunos de ellos niños, montando una locomotora minera. Los niños parece ser que a los ocho años ya entraba a trabajar en las instalaciones de las minas.

 Sobre el motor eléctrico que mueve todo el embarrado, me comenta que unos visitantes de la asociación de ferroviarios de León le dijeron que tendría unos 15 caballos de potencia, lo que no daría para mover el torno de ruedas, lo que da idea que este motor fue sustituido cuando el embarrado ya no movía muchas de las máquinas del taller.





























Este es el pequeño motor que movía el embarrado.




Placa del fabricante del pequeño motor.









Placa de torno.


Esta es la fotografía de la entrada del taller.



A la entrada del museo también se encentra diverso material de vía y aguadas.

















En la vía abandonada que antes se dirigía hacia el lavadero de Vegamediana, cerca de Sabero, se encuentra varios vagones de carbón y unas tolvas especiales.



Detalle del tubo flexible del freno de vacío.










































Chimenea de la antigua fábrica de ovoides, cercana a la estación.






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